EL NUEVO REY. Rafa Nadal muerde el trofeo de campeón de Wimbledon. (EFE)
La consagración de Rafael Nadal en Wimbledon es histórica por donde se la analice. Le ganó una final impresionante a Roger Federer y se coronó por primera vez en su carrera sobre el césped de Londres. El marcador cerró con 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7, después de casi cinco horas de juego. Fue la definición más larga en 132 ediciones del tradicional torneo.
Con contundencia y precisión en los momentos clave, el español se llevó los dos primeros sets (ambos por 6-4) y puso al suizo contra las cuerdas. El número uno del mundo estaba 5-4 arriba en el tercero cuando la lluvia se hizo presente en el All England.
El descanso le vino mejor a Federer, aunque tuvo que luchar para quedarse con el tercer parcial en el tie break. Cuando Nadal estuvo 5-2 arriba en el cuarto, la historia parecía liquidada. Pero el número uno del mundo sacó a relucir toda su grandeza, levantó dos match points y venció nuevamente en el tie break.
El último set también tuvo una pausa debido al agua: fue cuando estaban 2-2, y el suspenso seguía estirándose. De ahí hasta el final fue palo y palo, golpe por golpe. La sensación era que el que lograra quebrar el servicio, se quedaría con toda la gloria. Y así ocurrió. Nadal quebró, se puso 8-7, desperdició otro match point y, en la cuarta oportunidad de cerrar el partido, no perdonó.
Federer (quien clavó 25 aces, contra 6 de su rival) sumaba 65 victorias consecutivas sobre césped. Y fue campeón en Wimbledon desde 2003 hasta 2007. Con el triunfo de hoy, Nadal consiguió doblarlo en el historial personal entre ambos: 12 a 6.
“Si hace 65 partidos que él no pierde sobre césped, no creo que vaya a perder mañana. Si gano yo, es porque habré jugado un tenis perfecto”, había declarado ayer el mallorquín. Hoy, su pronóstico se plasmó en la cancha y dejó una huella imborrable en la historia del tenis.
