Casi tanto como a Luca, el hijo que quedó en Buenos Aires y que no pasa un día sin hablar con su papá, extraña el Lucas con sus tiempos de gloria en el fútbol. Niño precoz en volar a Europa, hombre con pasado en Selección, referente del Vélez campeón 2005, esto que vivió en sus primeros seis meses en Boca, con pocos partidos y algunas lesiones, es poco menos que insoportable. Si hasta los dirigentes querían rescindirle el contrato, aunque finalmente le dieron otra chance. Pero Lucas Castromán (27 años), con contrato hasta fin de año y ganas de demostrar que puede hacer historia en Boca, ahora empieza a escuchar otra música. Más agradable, con titularidad incluida en el primer amistoso de la temporada, y tan dulce como la de ese piano que tiene a sus espaldas en el lobby del Hilton de Guadalajara y no se anima a tocar para evitar las infaltables cargadas. Así, enchufado en lo anímico, impecable en lo físico, a pulir en lo futbolístico, está el hombre que al menos en este arranque tendrá que reemplazar nada menos que a Rodrigo Palacio.
